Hubo un tiempo en que los unos permanecían en silencio, los doses me perseguían sin respiro y los treses no tenían lógica alguna. Lo mismo era contar del uno al tres que no contar absolutamente nada y lo mismo era el propio silencio que una vacía mirada.
Aceptar el mismo escándalo, volar a paso de tortuga, decir algo bien mencionándolo mal y -sin embargo- ser entendido, leer entre lineas y quedarse en inicio, coger con ambas manos la ironía y envolver; envolver todo en silencio.