Eres hombre, ella mujer. Te gusta verla llegar y te sonríe. Te sonríe y te mira. Te mira y te habla. Te habla y te gustan sus labios, te agradan sus ojos, te encanta su cabello y aprecias sus ideas. Apreciarte te aprecia y tú te has quedado prendado de su esencia. A ella le gusta verte reír, ella ríe porque tú ríes.
Se va y te entristece verla partir. Ella marcha mientras imagina cómo sería compartir los días con alguien cuya risa se asemeja al lamento de un roedor.