Arrancarte de mí y morir desangrada, deseando -en mi agonía- que este suplicio pronto acabe. Sacarte de mi cabeza con un sacacorchos mientras le pido al viento que me eleve en un suspiro y me lleve hacia el cielo. Cortar mi corazón en finas láminas de soledad, viendo cómo tu imagen -toda tu esencia- se escapa de él. Extraer tu aroma de mis fosas nasales -que lo llevo muy adentro, que te llevo muy adentro-. Quisiera apartarte de mi vida, desterrarte de mi mente, despojarte de mi alma.
Me sobran y me faltan palabras para decirte que te quiero, que no puedo seguir ni un segundo más sin ti, que hoy -al verte- casi muero, que desespero con tu presencia porque he de vivir obligada a estar sin ella -sí, tu presencia, tu presencia-. Aún así, prefiero no tenerte a no haberte conocido, pues si no te conociera no sabría qué es amar.
Me sobran y me faltan palabras para decirte que te quiero, que no puedo seguir ni un segundo más sin ti, que hoy -al verte- casi muero, que desespero con tu presencia porque he de vivir obligada a estar sin ella -sí, tu presencia, tu presencia-. Aún así, prefiero no tenerte a no haberte conocido, pues si no te conociera no sabría qué es amar.